-Revolución Francesa
-Batalla de Waterloo
-Batalla de las Naciones
-Código Napoleónico
-Carlo Buonaparte
-José Bonaparte ( Pepe Botella )
-Robespierre
-Batalla del puente de Árcole
-Isla de Santa Elena
-Batalla de las Pirámides
lunes, 14 de noviembre de 2011
viernes, 11 de noviembre de 2011
Narración a partir de la frase que da título al relato.
"Luchó por el dinero y al verse rico volvió por ella"
-¡No, no me mates por favor!
-¡Callate bastardo! Yo solamente hago lo que me ordenó el Rey. Yo no quiero hacerlo pero dar de comer a mi familia me obliga, y el Rey me da una buena propina por ello.
-No lo hagas, te lo suplico, yo también tengo familia.
-No me importa.
¡Bum! Se oyó el disparo en todo el pueblo. Las palomas echaron a volar asustadas, un riachuelo de sangre se deslizó hasta los riachuelos de aguas fecales que corrían al rededor.
-Buen trabajo Felipe, ahora tengo otro trabajo para tí -dijo el Rey- Esta vez tendrás que asesinar a Carlos III, más te vale que esta vez no llames la atención, en el otro montaste un buen alboroto en el pueblo con el disparo. Quiero algo silencioso y limpio. Esta vez si lo haces bien tendrás el doble de recompensa.
-Está bien, así se hará.
El segundo asesinato fue exactamente como mandó el Rey.
El tiempo pasó y Felipe siguió cometiendo los asesinatos que le ordenaba el Rey. Mientras tanto su mujer y sus hijos cada vez estaban más disgustados por lo que hacía.
Su mujer habló con él, pero no quería entrar en razón de lo que hacía estaba mal y se excusaba en que lo hacía por el dinero y porque cuando lo hacía se sentía poderoso. La mujer le dijo que o dejaba su trabajo o perdería a su familia para siempre. Él no quiso renunciar a su trabajo, así que su familia le abandonó, se quedó solo. Él pensaba que así sería mejor, que no habría nadie que le torturara sobre la honestidad.
Siguió cometiendo crímenes pero al cavo de seis meses, cuando ya era rico y se sentía poderoso, notaba que le faltaba algo que el dinero no podía llenar. Decidió dejar su trabajo y recuperar a su familia.
Cuando fue a hablar con su mujer, ella no quería saber nada de él. Felipe le explicó que había dejado los crímenes, que había cambiado, ya no era un delincuente, ahora era un hombre con un oscuro pasado. Pero la mujer seguía sin hacerle caso.
Muerto por dentro, decidió cometer un último crimen, el que acabaría con todo su dolor y llanto... su propio asesinato. Aunque luchó por el dinero y volvió por ella, jamás la recuperó.
-¡No, no me mates por favor!
-¡Callate bastardo! Yo solamente hago lo que me ordenó el Rey. Yo no quiero hacerlo pero dar de comer a mi familia me obliga, y el Rey me da una buena propina por ello.
-No lo hagas, te lo suplico, yo también tengo familia.
-No me importa.
¡Bum! Se oyó el disparo en todo el pueblo. Las palomas echaron a volar asustadas, un riachuelo de sangre se deslizó hasta los riachuelos de aguas fecales que corrían al rededor.
-Buen trabajo Felipe, ahora tengo otro trabajo para tí -dijo el Rey- Esta vez tendrás que asesinar a Carlos III, más te vale que esta vez no llames la atención, en el otro montaste un buen alboroto en el pueblo con el disparo. Quiero algo silencioso y limpio. Esta vez si lo haces bien tendrás el doble de recompensa.
-Está bien, así se hará.
El segundo asesinato fue exactamente como mandó el Rey.
El tiempo pasó y Felipe siguió cometiendo los asesinatos que le ordenaba el Rey. Mientras tanto su mujer y sus hijos cada vez estaban más disgustados por lo que hacía.
Su mujer habló con él, pero no quería entrar en razón de lo que hacía estaba mal y se excusaba en que lo hacía por el dinero y porque cuando lo hacía se sentía poderoso. La mujer le dijo que o dejaba su trabajo o perdería a su familia para siempre. Él no quiso renunciar a su trabajo, así que su familia le abandonó, se quedó solo. Él pensaba que así sería mejor, que no habría nadie que le torturara sobre la honestidad.
Siguió cometiendo crímenes pero al cavo de seis meses, cuando ya era rico y se sentía poderoso, notaba que le faltaba algo que el dinero no podía llenar. Decidió dejar su trabajo y recuperar a su familia.
Cuando fue a hablar con su mujer, ella no quería saber nada de él. Felipe le explicó que había dejado los crímenes, que había cambiado, ya no era un delincuente, ahora era un hombre con un oscuro pasado. Pero la mujer seguía sin hacerle caso.
Muerto por dentro, decidió cometer un último crimen, el que acabaría con todo su dolor y llanto... su propio asesinato. Aunque luchó por el dinero y volvió por ella, jamás la recuperó.
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